Dulces esencias

viernes, 11 de febrero de 2011

Ideales rotos

Anoche me pesé, sí, me pesé. Quise saber de forma numérica y exacta cuánto peso yo y cuánto mi estulticia. No sé por qué lo hice, sería por los anuncios. Visitaba una página de editoriales cuando de pronto un margen me llamaba, me sentí obligada a mirar "¿Cuánto pesas?" me decía "¡Es hora de conseguir tu peso ideal!" y sin saber cómo ni por qué motivo, me sentí ajada, triste, atacada... Pero me pesé. Y pude ver que todo aquello que había construido con el tesón de muchos años no era para nada el concepto de peso ideal que aquellos márgenes me gritaban; años de chocolatinas tristes, de tortitas enfadadas, de galletas frustradas con gotitas de decepción... todo aquello no constituía mi peso ideal sino la constancia de una vida triste que no se ajusta a los parámetros establecidos. Y pensé, para qué, mientras abría una bolsa de enormes magdalenas que sosegasen mi alma rota.


Al morder la primera, el chocolate desbordó mis labios y mientras masticaba mi pena, casi sin darme cuenta reparé en que el ideal de belleza que antaño se predicaba hiere el ego bajo de quien no lo posee hoy. Pero yo preferí seguir masticando mi pena pues se me antojaba mucho más satisfactorio, y con un click di por acabado el spleen opulento de quien no goza de sí, para así, poder gozar yo de otros.




No hay comentarios:

Publicar un comentario