Dulces esencias

miércoles, 11 de abril de 2012

Espirales

Marta dice que la vida es como una espiral, nunca he entendido muy bien a qué se refiere con ello; si a la vida como una debacle de sucesos o a un vórtice inconcluso que se precipita al vacío. Sin embargo, la sola imagen de la espiral ya me da vértigo de por sí.


Admito haber investigado un poco, por aquello de ampliar conocimiento y no quedarme en la superficialidad de las cosas. De la espiral dicen que representa el Sol y el tripartito "nacimiento-muerte-renacimiento". La espiral se me antoja entonces vida, aunque una vida vertiginosa que se sabe dónde empieza pero nunca cómo acaba. La espiral es inconclusa, un poco como Marta, un poco como todos; y lo único que podemos hacer es fluir con las líneas para ver dónde terminamos. La vida es pues sorpresa anodina, para bien o para mal siempre será una enorme incógnita, un enigma mal formulado con la forma de una interrogación.


Dicen algunos filósofos que representa el pensamiento cíclico, en fin, para mí que el pensamiento siempre lo fue o al menos en mi cabeza nada matemática debe reinar impasible una tirana espiral que en determinado punto retoma donde lo dejó aquello que ya creía olvidado.


Pertenezco a este lugar
Pese a los embrollos mentales de Marta, es una persona más que inteligente. Carga a sus espaldas una enorme vocación por la historia y la arqueología -entre otras cosas- que a día de hoy, bueno, no le dicen mucho a la humanidad. Quizá por eso comenzamos a repetir los errores de antaño... ¿Será esto un comportamiento en espiral?


En cualquiera de los casos ella lo estudia con devoción; en ocasiones se cansa y se lamenta diciendo que debería haber estudiado enfermería, pero yo sé que le irá bien. Lo que pasa que a veces nos frustramos, cuando sientes el frío soplo de la sociedad podrida en la nunca, tantos años de esfuerzo, tanta ilusión derramada por los pasillos de la facultad, tantos agobios camuflados en hojas de papel. Yo no sé Marta, pero a mí lo que mejor me sabe de estas épocas de estudio son los cafés de mañana, entre risas dormidas y buena compañía, degustando hasta el último minuto de libertad taimada que sabemos, se acaba cuando sales por la puerta de la cafetería.


De Marta lo que más me gusta es su risa, se le llena toda la cara de una alegría inaudita y siempre explota en carcajadas, como un globo cede ante una uña afilada. Es ciclotímica y lo sabe, pero con el tiempo ha desarrollado una extraña panacea de pseudoindiferencia ante la vida que le sienta muy bien. Desde hace bien poco ha decidido que la vida es hermosa y se le hace feliz con muy poco, aunque eso no implica que no sea exigente.


Marta quiere comerse la vida, una vida con sabor a tomate natural y forma de espiral.

2 comentarios:

  1. Me gusta Marta, y también eso de que sea ciclotímica. Creo que cualquier persona inteligente y con inquietudes lo es.
    Interesante entrada…
    Es curioso, creo recordar que a ti el zumo de tomate te daba dolor de estómago…xD
    Besos.

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  2. A mí el tomate no me va bien pero a Marta sí, a ella le gustan mucho... comerse un tomate a mordiscos a mí me parece inconcebible. La ciclotimia es un modo de vida...hay veces que no me soporto a mí misma pero creo que nos pasa a muchos.

    Si todo va bien no le veo a usted esta semana por tierras tortuosas!

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